Un área de juego, cuando ya se encuentra instalada, debe haber pasado por una serie de fases antes de su uso y durante su ciclo de vida con el fin de asegurar que es un espacio seguro.
El ciclo al que se somete un área de juego está formado por tres fases. Una primera fase cuando los productos son fabricados, una segunda fase cuando los productos son instalados y, una tercera fase cuando su nivel de seguridad es evaluado a través de las diferentes inspecciones.
Durante la primera fase, uno de los problemas en el momento de la adquisición de un nuevo equipamiento y/o superficie de juego es qué documentación técnica se debería solicitar al fabricante, proveedor o distribuidor de dichos productos y saber si ésta es correcta o no. Los productos certificados, previamente ensayados por un laboratorio de ensayo, deben disponer de documentación de acuerdo con el apartado 6 de la Norma EN 1176-1, “Información a entregar por el fabricante/distribuidor del equipamiento del área de juego”, que incluye requisitos tanto para el equipamiento de juego como para superficies de impacto. La interpretación de esta documentación es fundamental para poder asegurar que se ha realizado una compra adecuada y que los productos adquiridos son conformes a la normativa en vigor.
En la segunda fase, además de la información inicial de cada equipamiento de juego y superficie, es fundamental solicitar información al fabricante sobre su instalación y mantenimiento. Una instalación adecuada y un mantenimiento de acuerdo con dichas instrucciones permitirá reducir riesgos no previsibles, por parte del niño, durante el juego.
Una vez instalado el equipamiento de juego, su certificado puede perder validez en el caso de que la instalación no haya sido realizada correctamente. Por este motivo, es de vital importancia llevar a cabo una inspección post-instalación realizada por una entidad o persona competente y, preferiblemente acreditada por ENAC antes de la apertura al público. El objetivo de esta inspección es evaluar los equipamientos y superficies de impacto, así como su entorno para determinar la seguridad del espacio de juego antes de su uso.
Finalmente, en la tercera fase, las inspecciones oculares, funcionales y anuales, así como las actividades de mantenimiento ayudarán a reducir riesgos y evitar accidentes, asegurando durante la vida del área de juego que cumple con los requisitos de seguridad iniciales. La evaluación anual del área de juego, incluyendo equipamientos y superficies, por parte de una entidad de inspección acreditada permitirá determinar el nivel de seguridad de dicha área.
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